Juba es un ejemplo de cómo la tradición, el trabajo comunitario y la resiliencia
pueden florecer incluso en los contextos más desafiantes.
Hace más de seis años, llegamos a La Montaña Alta de Guerrero, una región
remota, estigmatizada y con muchos niveles de pobreza, violencia e inseguridad.
Nuestra misión era introducir el concepto de café especial, una idea completamente
nueva para los productores locales. Así nació Juba, cuyo nombre significa
“montaña” en la lengua indígena Me’phaa.
El proyecto comenzó en 2017 con un pequeño grupo de cinco productores
indígenas del pueblo de Ojo de Agua. Sin embargo, con el paso del tiempo y el
esfuerzo constante en la región, la red ha crecido significativamente. Hoy, Juba se
ha convertido en un colectivo de más de 70 productores que representan también a
comunidades vecinas como Malinaltepec, Paraje Montero e Iliatenco.
Paisajes productivos de la Montaña
Las fincas de los productores Juba se asemejan a pequeñas junglas de menos de
una hectárea, con árboles maderables y frutales que dan sombra al café. Estos
sistemas agroforestales, predominantes en la Montaña Alta, proporcionan servicios
ambientales, protegen a los ecosistemas del cambio climático y ayudan a conservar
la biodiversidad. Guerrero se destaca por producir cerca del 90% de su café de
manera natural, a diferencia de otros estados mexicanos donde predomina el café
lavado.
¿A qué se enfrentan?
La Montaña Alta ha sido catalogada como una de las zonas más marginadas y de
pobreza extrema en México.
La pobreza ha propiciado una oleada migratoria de nativos hacia los Estados
Unidos y el norte de México.
El narcotráfico también se ha apoderado de estos territorios vulnerables, pintando
a la Montaña con una luz muy desfavorable, que ha sido muy difícil de superar.
Pocas empresas de café muestran interés en establecer relaciones comerciales
transparentes con los productores de la región, lo que ha permitido la formación de
oligopolios que imponen precios bajos y muestran un desinterés generalizado por
el cultivo.
La Montaña Alta es un territorio poco seguro para las mujeres, por las dinámicas
de machismo y misoginia que se presentan.
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